En las sagradas escrituras tenemos las siguientes citas bíblicas:
1. Salmos 45:4: En tu gloria sé prosperado; Cabalga sobre palabra de verdad, de HUMILDAD y de justicia, Y tu diestra te enseñará cosas terribles.
2. Proverbios 15:33: El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; Y a la honra precede la HUMILDAD.
3. Proverbios 22:4: Riquezas, honra y vida Son la remuneración de la HUMILDAD y del temor de Jehová.
4. Hechos 20:19: sirviendo al Señor con toda HUMILDAD, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos;
5. Efesios 4:2: con toda HUMILDAD y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
6. Filipenses 2:3: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con HUMILDAD, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
7. Colosenses 2:18: Nadie os prive de vuestro premio, afectando HUMILDAD y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal,
8. Colosenses 2:23: Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en HUMILDAD y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.
9. Colosenses 3:12: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de HUMILDAD, de mansedumbre, de paciencia;
10. 1 Pedro 5:5: Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de HUMILDAD; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.
11. Job 5:11: Que pone a los HUMILDES en altura, Y a los enlutados levanta a seguridad;
12. Salmos 10:17: El deseo de los HUMILDES oíste, oh Jehová; Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído,
13. Salmos 22:26: Comerán los HUMILDES, y serán saciados; Alabarán a Jehová los que le buscan;
Vivirá vuestro corazón para siempre.
14. Salmos 25:9: Encaminará a los HUMILDES por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera.
15. Salmos 147:6: Jehová exalta a los HUMILDES,Y humilla a los impíos hasta la tierra.
16. Salmos 149:4: Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; Hermoseará a los HUMILDES con la salvación.
17. Proverbios 3:34: Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores, Y a los HUMILDES dará gracia.
18. Proverbios 11:2: Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas con los HUMILDES está la sabiduría.
19. Proverbios 16:19: Mejor es humillar el espíritu con los HUMILDES Que repartir despojos con los soberbios.
20. Isaías 29:19: Entonces los HUMILDES crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel.
21. Isaías 57:15: Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los HUMILDES, y para vivificar el corazón de los quebrantados.
22. Amós 2:7: Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, y tuercen el camino de los HUMILDES; y el hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi santo nombre.
23. Sofonías 2:3: Buscad a Jehová todos los HUMILDES de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizás seréis guardados en el día del enojo de Jehová.
24. Lucas 1:52: Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los HUMILDES.
25. Romanos 12:16: Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los HUMILDES. No seáis sabios en vuestra propia opinión.
26. 2 Corintios 7:6: Pero Dios, que consuela a los HUMILDES, nos consoló con la venida de Tito;
27. Santiago 4:6: Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los HUMILDES.
28. 1 Pedro 5:5: Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los HUMILDES.
MEGALOMANÍA, ROSTRO MODERNO DE LA SOBERBIA
La soberbia es la pretensión del hombre de tener autonomía absoluta sobre el bien y sobre el mal. Tendencia ya presente en los orígenes de la humanidad, no consiste en el deseo de ser "grandes", sino en jactarse de conseguir esa grandeza con las propias fuerzas. Se presenta bajo varias formas, siendo las más graves los vicios contra las virtudes teologales: la negativa a creer, esperar y amar; las menos graves son el exagerado cuidado de sí mismo, la susceptibilidad, el desprecio de la vida ajena, atribuirse virtudes que no se poseen, ufanarse de las que se poseen, subestimar la bondad de los demás o exagerar sus defectos... La soberbia aleja de la verdad; santo Tomás observa que los soberbios pierden la relación afectiva con la verdad: "al complacerse en su excelencia, desprecian el valor de la verdad" (S. Th., II-II, q. 162, a. 3, ad 1). D. Bonhöffer añade: "Existe una verdad satánica. Su naturaleza consiste esencialmente en negar todo lo que es real, adoptando las apariencias de la verdad. Vive del odio contra la realidad, contra el mundo que Dios ha creado y amado... La verdad de Dios juzga lo creado por amor; en cambio, la verdad de Satanás lo hace por envidia y por odio" (Ética, 261). El hombre dominado por la soberbia raramente alaba, le gusta criticar, difícilmente pide y más difícilmente aún agradece y casi nunca reconoce su culpabilidad. La ética laica de hoy no conoce la humildad, y por lo tanto tampoco la soberbia; habla sólo de megalomanía, que coincide con la soberbia si es una actitud interior, y con la vanidad si es una actitud exterior.
EDUCACIÓN EN LA HUMILDAD
La conditio sine qua non de la educación en la humildad cristiana es la presentación íntegra de ella. El educador debe afinar la sensibilidad del educando a los dones divinos naturales y sobrenaturales y guiarlo al conocimiento de sus propios defectos y pecados. Debe enseñar a orar pidiendo perdón y dando gracias, porque en la oración personal y comunitaria es donde se infunden los actos propios de la auténtica humildad cristiana. El educador debe sacar a la luz el mal para combatirlo, pero más aún debe premiar y alabar el bien para evitar el predominio del aspecto negativo. Es preciso que la educación en la humildad cristiana se base en la evidencia de la total dependencia de Dios en todas las dimensiones de la vida presentada en la perspectiva de la historia de la salvación, que tiene su punto central en Cristo y su realización en la Iglesia por medio del Espíritu Santo.
NOTABLEMENTE LA HUMILDAD DESDE LA PRESPECTIVA TEOLOGICA ES TRASCENDENTAL ENSALZA Y ENALTECE AL HOMBRE.
SENTIDO FILOSÓFICO DE LA HUMILDAD.
Es una cuestión de valores, es decir axiológica, en donde, el hombre en su postura filosófica percibe el mundo o tiene una concepción de la realidad basada en la sabiduría y verdad lejos de toda enajenación.
Al entender su situación en el mundo o en el universo o dentro de la naturaleza, Y FRENTE A DIOS, entiende su condición de necesitado, de frágil, de cuitado, Y QUE ES UN POLVILLO EN EL INMENSO UNIVERSO, que no es más que un insignificante ser vivo pero que a la vez es la conciencia de la naturaleza, y con tal tiene que conducirse ante los demás, ante la sociedad, ante el universo, y ante Dios principalmente. NO SOMOS PODEROSOS PARA ENGREIRNOS NECIAMENTE DE ARROGANCIA, ALTIVEZ. He ahí la humildad, hace que todo sabio se ubique. Como en sus días lo hiciera los filósofos socráticos: "CONOCE TU REALIDAD Y ALCANZARAS LA SABIDURÍA"
La humildad no es una virtud reconocida como tal en todos los sistemas filosóficos. Más aún, en no pocas filosofías se le ha cuestionado hasta el punto de considerarla un vicio en la medida en que representaría una debilidad para afirmar el propio ser. Como en todo, la verdad es muy simple, una única virtud puede llevarnos al vicio, y por ello, todas y cada una de ellas tienen que ir acompañadas de sus hermanas mayores y en muchos casos de las menores. Desde la perspectiva de la evolución espiritual (y en cada ocasión concreta acompañada de las otras herramientas universales que correspondan) la humildad es una virtud de realismo, pues consiste en ser conscientes de nuestras limitaciones e insuficiencias y en actuar de acuerdo con tal conciencia. Más exactamente, la humildad es la sabiduría de lo que somos. Es decir, es la sabiduría de aceptar nuestro nivel real evolutivo. Ninguno de los grandes filósofos griegos (Sócrates, Platón ni Aristóteles) elogió la humildad como una virtud digna de practicarse, ya que nunca llegaron a desarrollar un concepto de Dios lo suficientemente rico para poner de manifiesto la pequeñez del ser humano. En Occidente, es sólo a partir del advenimiento del cristianismo que esta virtud llegar a ser considerada el fundamento imprescindible de toda moral cristiana. Es por ello que para Nietzsche, que no comulgaba precisamente con dicha doctrina, la humildad no puede significar más que una bajeza, una debilidad de instintos propia de quien actúa inspirado por una moral de esclavos. Para su idea moral del superhombre, en cambio, a la sombra de la humildad hay que oponer la claridad de la altivez, tan alabada por los griegos y desde luego, por Nietzsche. La verdad de este dilema, sin duda, se encuentra en nuestro interior. Sin embargo, la filosofía de Oriente, que ha alcanzado un desarrollo espiritual mucho más significativo que la de Occidente, nunca dudó en asignarle un papel relevante dentro de las virtudes del sabio. Así, los verdaderos maestros de la sabiduría mística del Oriente ascendieron a sus más altos niveles de conciencia trascendiendo su ego, transformándose en seres universales al fundirse con el río del mundo. Pero para todos ellos los primeros peldaños del sendero estuvieron hechos de humildad.
Más aún, la humildad es requisito indispensable del verdadero aprendiz, del verdadero discípulo, pues mucha de la disciplina de éste deberá estar basada en la conciencia de lo limitado de su conocimiento para precisamente, en razón de esta carencia, buscar activamente llenarse de él, ya sea a través de los maestros, del impulso a la meditación, del diálogo con sus semejantes o de la investigación personal. La mente humilde es receptiva por naturaleza y por lo mismo es la que mejor está dispuesta a escuchar y a aprender. En el caso opuesto está la mente arrogante que por saber mucho de algún tema se cree capaz de discernir asuntos sobre los cuales no conoce ni los principios más básicos, creyendo estar preparada para emitir juicios válidos sobre cosas de las que no tiene ni la más remota idea. En esta carencia de reconocimiento de los límites de su conocimiento, el arrogante construye su ilusión de ser más importante que los demás. Habitualmente el arrogante incurre en la crítica destructiva que sólo puede conducir al territorio de las hostilidades, pero que no ayuda a nadie.
El verdadero humilde considera siempre que las experiencias de la vida son posibilidades abiertas para aprender cada vez más. En su comprensión considera que el camino de la sabiduría es casi infinito, por lo cual, no corresponde en ninguna etapa de nuestro desenvolvimiento presumir de sabios o eruditos. La humildad como conciencia de nuestra falibilidad esencial nos hace más fácil la tarea de reconocer nuestros errores, fundamento de nuestros ulteriores perfeccionamientos. Mientras el soberbio pierde su tiempo criticando o intentando impresionar a los demás, el humilde sigue rectilíneo su camino de progresión espiritual, sin temer recurrir a la ayuda o a la orientación de quienes están más avanzados en el sendero.
Ser humilde es permitir que cada experiencia te enseñe algo y desde ahí, desaparecen miedos y sufrimientos.
LA HUMILDAD (La reina de todas las virtudes) EL SIGNIFICADO DE LA VIDA
La humildad no es un concepto, es una conducta, un modo de ser, un modo de vida. La humildad es una de las virtudes más nobles del espíritu. Los seres que carecen de humildad, carecen de la base esencial para un seguro progreso. Las más bellas cualidades sin humildad, representan lo mismo que un cuerpo sin alma.
La humildad es signo de fortaleza. Ser humilde no significa ser débil y ser soberbio no significa ser fuerte, aunque el vulgo lo interprete de otra manera.
La humildad es la más sublime de todas las virtudes admirables. Virtud sin humildad no es virtud. El que posee la humildad en alto grado, generalmente es poseedor de casi todas las virtudes, pues la humildad nunca se encuentra sola. Ella es aliada inseparable de la modestia y forma una trilogía con la bondad.
La humildad nos hace tolerantes, pacientes y condescendientes con nuestros semejantes. Es la mansedumbre, la prudencia, la paciencia, la fe, la esperanza.
La humildad es signo de evolución espiritual. El humilde es un ser que ya ha limado muchas de sus impurezas e imperfecciones. Si algún acontecimiento sacude violentamente su espíritu, el humilde sabe recibir los golpes de la vida con fe y resignación y pronto su alma encuentra el alivio necesario.
LOS BENEFICIOS DE LA HUMILDAD
1. Quien aprende a realmente ser humilde, logra vivir una vida más feliz.
2. Al estar en armonía con uno mismo, se está dispuesto a mostrar honor y aprecio hacia otras personas. Valorarse a sí mismo trae aparejado valorar a los demás.
3. La humildad crea serenidad y tranquilidad
4. Con humildad se desarrolla la capacidad de admitir las equivocaciones, ya que se elimina el miedo a sentir que uno no vale nada. Al conocerse a sí mismo, la crítica se transforma en una posibilidad de crecimiento.
5. Con humildad, es más fácil perdonar a otros rápidamente.
6. Humildad es apreciar lo que tenemos, es tener conciencia de que todo es un regalo.